"Hace tan sólo diez horas que me he dado cuenta de mi horrible condición. Hasta hace diez horas no sabía todavía lo que de más horrible puede haber en el mundo. Creía ser desde hace algunos años un doctor en terribilidad. Había probado, pensado, imaginado, soñado todo lo que hay, que habrá, que podría haber, de más pavoroso, de más atormentado, de más estremecedor, de más monstruosamente y alocadamente angustioso. Sabía las ansias de las esperas nocturnas; la desesperación de los últimos besos; los temblores de las aparicíones silenciosas; los delirios de las pesadillas; los sobresaltos de los relojes invisibles que laten en la noche de las horas eternas; los espasmos de los suplicios imposibles; los gemidos exasperados de las almas sin asilo; la fiebre errante de los coloquios demoníacos. Pero no sabía todavía la cosa más terrible que puede haber en el mundo; no conocía el suplicio último, el suplicio supremo. Hace sólo diez horas he tenido la revelación, y me parece ya que han pasado muchas dinastías por la tierra y muchos soles han dejado el cielo."
Giovanni Papini